28/5/14

Levantarse..

Se tapó con todo lo que tenía en el armario y, aún así, seguía desnuda. Sudaba el miedo debajo de las sábanas pero siempre le quedaba más. Sus mejillas rojas estaban partidas por el surco de sus lágrimas, desde la primera hasta hoy, ya escocía la sal. Sus músculos se contraían cada dos segundos, que para ella eran minutos y para su corazón, días. No quería salir de allí, no podía. “Me voy a evadir pensando en que no he recogido la casa y no me ha dado tiempo a hacer la compra ni la comida, ¡ay, y mis plantas!, mis pobres plantas se estarán secando en la terraza con este sol que me seca a mi también”. Estaba seca, agrietada, casi rota. Seguía teniendo mucho frío. Nunca fue una mujer tan friolera hasta que entró en esa casa. Antes de eso, quedaba con el sol, le gustaba la playa, su playa, se moría por cada vestido que veía en los escaparates, ya no consigue adivinar el tacto que estos tenían sobre su piel, pero sabe que la sentaban de miedo. Desde pequeña, daba igual lo que se pusiera, todo lo lucía, toda la ropa se amoldaba a su cuerpo, era elegante aún llevando unos jeans rotos y el pelo revuelto. Ahora todo la queda enorme, nada dentro de cada jersey dos tallas más grandes. Su cuerpo salió de la cama, ella no. Torpemente avanzó por el pasillo sintiendo como las paredes le ayudaban a llegar a la cocina. La sostenían cada vez que sus piernas flaqueaban, se avisaban entre ellas para no dejarla caer. Desde hacía años eran las únicas testigos de su “suerte” y cuando ella las golpeaba y arañaba, las paredes no querían más que poder abrazarla, como ya nadie hacía, como ella ya no recordaba. Sus ojos un día fueron verdes, grandes, vivos, de los que cuentan historias, de esos ojos que enamoran. Ahora apenas veían. “Debo hacer la comida “ pensaba mientras recogía aquel desastre en la cocina. “Debería preparar un guiso “ . Su mano izquierda seguía temblando, mientras la derecha frotaba manchas de sangre con un paño viejo. “No sé si hay patatas”.. terminaba de elaborar el menú en su mente cuando cerró la bolsa de la basura y esa cocina quedó limpia de sangre, solo limpia de sangre. Y ahora yo que escribo esto, deseo que su mayor delito sea su mayor logro (triunfo), que siga en el suelo y que después de la última patada en su vientre muerto se levante y que, de la misma manera (con la misma habilidad) que ella maneja el cuchillo en la tabla, lo haga sobre ese hombre ( muy extremo?), con precisión, con ganas, sin miedo ( muy gore?). Y que se vaya, que coja el dinero y se vaya. Que abra el restaurante que siempre quiso montar, que se ría, que enamore con esos ojos, que viva. Pero solo se levantó para ir a su cama y ser el principio de la misma historia.

22/5/14

El libro..

Salió de casa con la intención de llamar a su puerta, pensando en que si no abría ella no lo podría soportar. Desde su casa a esta, la cabeza dando vueltas buscando una forma con la que poder empezar a hablar. La lluvia la esquivaba mientras Ana andaba, parecía que el agua tenía miedo de arruinarle el día aún más. Y miraba su reloj, una y otra vez : “Habrá llegado ya? O me espero hasta las diez..” Seguía caminando, con paso lento, temblando, muerta por dentro : “Se lo digo, lo suelto y me voy corriendo”. En su bolso solo aquel libro, las llaves y un triste cigarrillo. En sus manos llevaba su corazón encogido. Y fue al azar aquel día que sin querer había escogido. Escribió tantas cartas en noches tan largas, que se le secó la tinta de tantos bolis y también su garganta. Leía y tiraba, lloraba y borraba, un folio en blanco y solo dos palabras. :”Por qué es tan difícil decirlo a la cara?”. “Ya veo su casa, respira, no pasa nada”. “No puede ser que tantos besos no signifiquen lo mismo para ambas, es ella, también quien me llama. Ya son muchas noches, muchos sueños, muchas mañanas en la misma cama. He de decirla que tenerla a medias, entera me mata. Cuantas veces me ha dicho que prefiere una vida conmigo a una con Laura. Pero que es lo que le falta? Por qué no da el paso y se lanza?. Que mientras yo lloro ella descansa, que mientras yo estoy sola ella equilibra la balanza de su casa. Si no la quiere porque teme romper su confianza?.. Ya llego” Se detuvo antes de afilar la lanza : “Seguro que está igual de guapa”. Hacía más de dos meses que de ella no sabía nada. “Estará dejando las cosas claras con la otra, con tacto y con calma”. Pero el teléfono nunca sonaba. Una obsesión cada vez más insana que hizo perder los kilos a Ana mientras, sin querer, lloraba. A un metro de su puerta pensó si el llamar sería la opción más acertada. La entró la verdad por su cuerpo, de golpe, en cada gota que con miedo la mojaba. Desarmada sintió que el amor no era estar ahí parada. “ Qué hago? Ella ha elegido y nunca he estado entre las premiadas” Que vergüenza, pensó, “ Aquí no pinto nada”. Se le olvidaron de repente todos los juegos entre sus sábanas. Más sin embargo seguía paralizada. “Vete” y el tiempo pasaba, “ vete” la lluvia paraba. Un pequeño paso hacia adelante que ella no controlaba, sus pies anduvieron hasta la puerta cuando su brazo tembloroso llamaba. Estática, con el bolso agarrado, no parpadeaba. Al otro lado, ella, su amada. Silencio, el viento en su cara. La entregó aquel libro cuando las palabras ya estaban preparadas. Marta callada lo cogió y antes de que hablara lo hizo Ana :” Te lo devuelvo, muchas gracias, ha sido el mejor libro que leí nunca, pero todas las historias se acaban..”.

7/5/14

CREO..

Creo que soy más de lo que digo, creo, soy indeciso. De palabras, mendigo, de hojas enteras la tinta con la que escribo. Y aún en silencio, sigo y por dentro maldigo, gano batallas con el sonido sordo que grito y me siento vivo. Por lo que tengo es por lo que río y río sin querer cuando me asfixio. Creo creer en algo y lo consigo, pierdo cuando creo creer y luego me olvido. Y ser lo feo dentro de lo bonito, y lo bueno de lo maldito cuando lloro y me irrito cual ave rapaz que juega limpio. La satisfacción de lo prohibido, el final de un cigarro mal encendido. Creo que soy un sí que imito, un quiero tímido, un vale, fingido. Pecar por no saber hablar en un eterno conflicto. Corazón y cerebro unidos latiendo a distinto ritmo. Del "si quiero" solo el silbido, de la locura, el ruido. Camino con paso torcido y en el camino me desvío, de la soledad el hastío, creo que puedo volar y muero al saltar al vacío. Estoy por que he venido y vengo por que mis pies se lo han aprendido. Un nota de color dentro de un mundo sombrío, tengo calor en el frío y soy hielo bajo un sol amarillo. El asfalto se deshace cada vez que lo piso y pienso si seré yo el que en el momento preciso me convertiré en un cuerpo derretido. Que puedo creer cuando me falla el sentido, cuando no noto el aviso Que hace que separe lo real de lo fingido. Seguiré siendo mendigo de palabras que no digo o seré la fuerza suficiente para no callarme lo que escribo.