22/5/14
El libro..
Salió de casa con la intención de llamar a su puerta, pensando en que si no abría ella no lo podría soportar. Desde su casa a esta, la cabeza dando vueltas buscando una forma con la que poder empezar a hablar. La lluvia la esquivaba mientras Ana andaba, parecía que el agua tenía miedo de arruinarle el día aún más. Y miraba su reloj, una y otra vez : “Habrá llegado ya? O me espero hasta las diez..”
Seguía caminando, con paso lento, temblando, muerta por dentro : “Se lo digo, lo suelto y me voy corriendo”. En su bolso solo aquel libro, las llaves y un triste cigarrillo. En sus manos llevaba su corazón encogido. Y fue al azar aquel día que sin querer había escogido. Escribió tantas cartas en noches tan largas, que se le secó la tinta de tantos bolis y también su garganta. Leía y tiraba, lloraba y borraba, un folio en blanco y solo dos palabras. :”Por qué es tan difícil decirlo a la cara?”.
“Ya veo su casa, respira, no pasa nada”.
“No puede ser que tantos besos no signifiquen lo mismo para ambas, es ella, también quien me llama. Ya son muchas noches, muchos sueños, muchas mañanas en la misma cama. He de decirla que tenerla a medias, entera me mata. Cuantas veces me ha dicho que prefiere una vida conmigo a una con Laura. Pero que es lo que le falta? Por qué no da el paso y se lanza?. Que mientras yo lloro ella descansa, que mientras yo estoy sola ella equilibra la balanza de su casa. Si no la quiere porque teme romper su confianza?.. Ya llego”
Se detuvo antes de afilar la lanza : “Seguro que está igual de guapa”. Hacía más de dos meses que de ella no sabía nada. “Estará dejando las cosas claras con la otra, con tacto y con calma”. Pero el teléfono nunca sonaba. Una obsesión cada vez más insana que hizo perder los kilos a Ana mientras, sin querer, lloraba. A un metro de su puerta pensó si el llamar sería la opción más acertada. La entró la verdad por su cuerpo, de golpe, en cada gota que con miedo la mojaba. Desarmada sintió que el amor no era estar ahí parada. “ Qué hago? Ella ha elegido y nunca he estado entre las premiadas” Que vergüenza, pensó, “ Aquí no pinto nada”. Se le olvidaron de repente todos los juegos entre sus sábanas. Más sin embargo seguía paralizada. “Vete” y el tiempo pasaba, “ vete” la lluvia paraba. Un pequeño paso hacia adelante que ella no controlaba, sus pies anduvieron hasta la puerta cuando su brazo tembloroso llamaba. Estática, con el bolso agarrado, no parpadeaba. Al otro lado, ella, su amada. Silencio, el viento en su cara. La entregó aquel libro cuando las palabras ya estaban preparadas. Marta callada lo cogió y antes de que hablara lo hizo Ana :” Te lo devuelvo, muchas gracias, ha sido el mejor libro que leí nunca, pero todas las historias se acaban..”.
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