6/7/16
Pelos, pelitos, pelos..
“Uy ya te están saliendo pelitos, este verano ya habrá que ir a que te los quiten” – Me dijo mi madre cuando yo sufría la adolescencia y se fijó en el vello de mis axilas, que a penas estaba comenzando a salir, de hecho era más rubio que negro, pero ya se veía. Y yo pensaba “pero por qué?”, pues el pelo de mi cabeza bien que se empeñaba en insistir en que me lo dejara largo y que me lo cuidara. “La semana que viene te pido cita para depilarte, yo te acompaño”, me dijo con tono neutral y haciendo parecer que era lo que me tocaba, oye, era adolescente, mujer y cuatro pelos negros me asomaban en el sobaco, así que era lo que tocaba, no había lugar a discusiones, era mi momento y a partir de ese día el hecho de sufrir casi mensualmente iba a ser mi rutina, por si no tenía suficiente con la llegada del periodo ahora también tenía que sangrar con cada tirón de cera. Y tuve miedo, recuerdo que tuve nervios y miedo, miedo por que una mujer a la que no conocía iba a derramar cera ardiendo sobre mi piel e iba a tirar tan fuerte que iba a hacer que se me saltasen las lágrimas una y otra vez, y sobre todo miedo por que parecía que no tenía elección, era una hecho, se acercaba el verano y casi por ley estaba condenada a pasar por aquello. Recuerdo lo que me contaban mis amigas, lo que mi propia madre me decía : “A ver, duele, pero es un momento y es algo que tienes que hacer, ya eres una mujer y bla, bla, bla” A lo que yo pensaba, joder, cuando voy a la playa o a la piscina veo a hombres con las piernas llenas de pelos, tan a gusto, en bañador y no parece importarle a nadie, veo como hay algunos cuyo pelo rizado les asoma por el cuello de la camiseta y a nadie parece importarle, veo como cuando se quitan la camiseta el bello de la espalda se les junta con el pelo de la cabeza y oye, a nadie parece importarle, veo a señores con tal cantidad de pelo en los orificios de las orejas que bien podrían hacerse trenzas, y joder, a nadie parece importarle, pero mis cuatro pelos en la axila parecían ir tan contra natura que mínimo daban derecho a detenerme en cualquier piscina. Y allí estaba, esperando mi turno, en una habitación que olía a cera y vergüenza, cagada de miedo por ser mi primera vez, desnudándome frente a una mujer que esbozaba una sonrisa como si disfrutase con lo que se me venía encima. “Bueno, tu tranquila, si esto no es para tanto..” Pues resultó que si lo fue y lo que me jode ahora es que ella lo sabía, igual que lo supo mi madre que al contrario de lo que me dijo, no me acompañó, pero más tonta fui yo, que fui por mi propio pie, bajo la presión que ser mujer ejercía sobre mi en aquella época. La señora untó un palo de madera en la cera caliente que contenía una máquina enchufada a la corriente, dió varias vueltas a ese instrumento mortal y dejó caer esa cera sobre mi piel. Quemaba, la mujer sopló y yo noté como ese líquido pastoso penetraba en cada poro, ella seguía sonriendo, yo miré para otro lado para no darle el gusto de ver la lágrima que caía de mi ojo. Y a la de una, dos, tres.. Raass! Tirón, dolor, puntos de sangre, más lágrimas, y ella: “ Ya está, ves, no es para tanto”. Cuando la escena se repetía una y otra vez en la otra axila, en una pierna, en la otra, en los gemelos, yo sólo podía pensar en mi madre, en como me engañó, en como se la iba a hacer pagar, y sobre todo, en que esta iba a ser la primera vez y la última que yo iba a pisar en un sitio de estos. Salí de allí escocida de arriba abajo, con la piel llena de puntitos de sangre, nerviosa aún, con los ojos llorosos y lo peor es que tuve que pagar a esa señora, le tuve que dar dinero por hacerme sufrir, que habrá a quien le guste, pero a mi está claro que no. Bueno pues seguí haciéndolo, seguí yendo a centros de estética a que mujeres derramasen cera caliente sobre mi y tirasen de ella con la misma sonrisa que la primera señora, seguí, obviamente, pagándolas por ello, seguí llorando cuando no soportaba según que tirones y seguí pasando miedo cada vez que esperaba mi turno. Tenía claro que no tenía elección, hay poderes que conllevan una gran responsabilidad y ser mujer lleva arraigado el hecho de sufrir por depilarse, y por llevar tacones, y por entrar en ropa ridículamente ajustada, y por usar sujetador, y por tener que maquillarte para según que ocasiones.. Y un largo etc que antes daba por hecho y asumía y que a día de hoy, pues mira, no me da la gana.
La cosa era que si no lo hacía iba a sufrir la mirada de tantas y tantos cuando me quedase en bikini, por ejemplo, en la playa, o cuando fuese de tiendas con mis amigas, o cuando me diese por ponerme una falda o una camiseta sin mangas, y esa presión social, ese dedo acusador era más fuerte, por aquel entonces, que cualquier principio o decisión propia que ahora pueda tener.
Años más tarde, ví como mi hermano pequeño no tenía por que pasar por ciertas cosas a las que yo si que tengo que someterme. Él si puede usar pantalones cortos sin tener que depilarse las piernas, él si que puede estar sin camiseta casi en cualquier sitio y encima sin tener que depilarse y a demás, él es libre de decidir si quiere o no quiere depilarse, por que de las dos formas está bien visto en un tío. No entendía nada.
Hace poco le dije a mi madre que llevaba unos meses sin depilarme y que tenía la firme intención de no hacerlo, por probarme, por ver que pasaba, por sentirme libre y que aunque sabía, que seguramente la presión social, pudieseeda conmigo, porque son muchos años actuando de una misma manera, lo quería intentar, “ uy que vergüenza, conmigo no vengas” o “ a mi no te acerques en público y en bañador” fueron algunas de sus respuestas, por lo que tengo claro que el cambio va a ser difícil, partiendo de la base de que ni tu madre te puede apoyar en una tontería como esta.
La publicidad muestra a chicas sin pelos depilándose para estar listas para el verano, los anuncios repiten una y otra vez que el vello femenino en según que partes no es correcto, ni estético, ni bonito, a la vez que nos meten por los ojos cientos de productos para un cabello sano y sedoso. Las íngles y el vello púbico en general ya es otro cantar, está claro que la lectura que sacas es que han de estar al gusto de él, y no al tuyo, por que a qué hombre le va a gustar acostarse con una mujer cuyo vello púbico es más largo que el suyo, no puede ser, se enredarían ambos y quedarían de este modo enganchados hasta el fin de los tiempos, además que no es bonito a la vista. Igual que esos pelos que asoman a ambos lados de la braga del bikini, “que horror” deben pensar muchos y muchas, como si no fuese algo nuestro y natural que seguramente está ahí el resto del año que no es verano, o no, sea como sea, creo y pienso que cada unx es libre de hacer con su cuerpo lo que quiera, que yo piense que el hecho de depilarse es más bien una cuestión social más que necesaria no quiere decir que no vea bien el hecho de que muchas chicas y chicos lo hagan por gusto, por que quieren, me parece perfecto. La conclusión que intento sacar de todo esto es que debemos ser autosuficientes para decidir sin que estas decisiones conlleven un problema. La que quiera pasear sus pelos libremente que tenga el derecho de hacerlo sin que la señalen o la tachen de guarra, y la que quiera depilarse de forma permanente o regular que tenga también la libertad de poder hacerlo sin que la tachen de antifeminista, ni de poco copañera por que no tiene por que serlo. El otro día leía “Ni depilarme me hace menos feminista ni no hacerlo me hace menos femenina”. Pues eso.
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