Un siete de Octubre lloró por primera vez María. Casi cuatro kilos de niña, tan morena y frágil en los brazos de su hermana Sofía. Desde el minuto uno ya se querían. Pero cómo puede convertirse el amor en una herida por la que pierdes la vida?.
Cuatro años de diferencia separaban a las hermanas García. Niñas más guapas, no las había. Ojos verdes, pelo negro que brilla. La pequeña, más extrovertida, siempre contenta, su mejor arma la risa. Y creció deprisa, se dejaba llevar con el viento en forma de brisa, cambió vestidos por camisas, lloró cuando su madre salió de sus vidas, y desde entonces perdía, sin querer, lágrimas a escondidas.
Como lo han perdido todo con la confianza que antes tenían.
Entró en el cuarto de su hermana mayor una tarde cualquiera con una carta escrita que decía:
"Mi amiga, mi hermana, mi sangre, Sofía. Por que las palabras no me salen decidí usar la tinta. Sabes que soy distinta, que no soy la típica chica que se pinta, sabes en el fondo que mi nombre no es María, y a veces, aunque me ría, se me hace difícil la vida. Que si que me gustan las niñas pero no por lo que te imaginas, que mi lado de la acera es este, el mismo por el que tu caminas, es solo que nací con una apariencia que no era completamente mía. Mañana empiezo un cambio con o sin compañía pero espero tenerte a mi lado como lo has estado toda mi vida."
En una silla, sentada, Sofía, se descomponía, había llegado el momento que ella tanto se temía. Su rostro un poema roto que todo lo decía. Ella tenía una hermana y que cambiara la historia no quería.
- Eres y serás María, cualquier cosa que se te pase ahora por la cabeza es una gran tontería, es una etapa y como tal se irá algún día. Yo no quiero que la gente me señale por ser la hermana de la rarita, no quiero compartir casa con un monstruo transformista..
Y continuó gritándole al aire mientras si hermana se iba. Salió del cuarto y Sofía seguía, maldecía el día en el que el peso de su madre le cayó encima. Ella a falta de un abrazo después de más de diez cartas escritas, pensó que si su hermana no la apoyaba quizás nadie lo haría.
Alertado por los gritos, José entró en el cuarto y le preguntó a su hija:
- Pero qué pasa Sofía? A qué cojones viene tanto alboroto que no me dejáis ver las noticias.
- Papá pregúntale a María, pues resulta que esta tonta y dice que no quiere ser una tía! Papá! va a ser un bicho raro, tu sabes la vergüenza que me daría?
Aquel hombre que se hizo viejo antes de tiempo, sabía de sobra a lo que se refería, rezó para que ese cambio no le cogiera con vida pero el momento había llegado y lo que salió por su boca, en el fondo, sabía que era mentira:
-María! María! He sufrido mucho en esta vida, no me merezco cargar ahora con una hija que no es la mía. No eres justa en tu manera de querer trastocar el mundo de tu familia, no te das cuenta de que tu postura es egoísta? No quiero volver oír hablar de este tema ya se te pasará esta bobería de cría.
A lo que "María" respondía:
- No es una etapa, no es un antojo, imagínate vivir con el cuerpo de otro, papá, esta es la decisión que tomo, llevo años en silencio por miedo a vosotros, pero ya no puedo más y será nada o todo.
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