Y de visitar recuerdos vuelves exhausta, piel en el suelo que el cuerpo arrastra.
Cuando llamas a puertas con manos lacias, no suena la madera aunque el conglomerado se desgasta.
Detrás estás tu pero con otra cara.
Reconoces los gestos pero no la mirada, así que te das la espalda y ya volverá piensas pero no vuelve nada.
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